01 noviembre 2015

Xi'an: algo más que un ejército enterrado.

Tras haber pasado unos días en Shanghai, hicimos una breve parada en Hangzhou, donde cogimos fuerzas para empezar con la ruta más larga que teníamos prevista. El plan era recorrer (acompañada por dos amigas de Francia y Bélgica) unos 5000 kilómetros en 20 días, saltando de provincia en provincia en tren y haciendo pequeñas excursiones en autobús. ¿Por dónde comenzamos? Pues por la provincia de Shaanxi, en concreto, por una de las ciudades más turísticas de China: Xi'an, muy conocida por su inmenso Ejército de Terracota.


Me habían dicho tantas y tantas veces que no podía perderme Xi'an, que la primera impresión fue un tanto decepcionante. Pero como soy de las personas que piensan que todo lugar tiene su encanto, al día siguiente decidí ignorar esa primera impresión y salir a la calle con la mente más abierta. 
Hice bien. Terminé disfrutando de mi estancia allí y me di cuenta de que Xi'an es una ciudad muy diferente a otras que podáis encontrar por China.
¿Qué vimos allí? Para empezar, sus murallas, con las que te encuentras nada más salir de la estación de tren. Tienen 12 metros de altura y fueron construidas durante la dinastía Ming, en el siglo XIV. Desde la puerta Sur (la principal) es desde donde se pueden apreciar las mejores vistas de la ciudad. Muchos turistas alquilan bicis para recorrer las murallas, ya que tienen 13 kilómetros de diámetro y recorrerlas a pie se hace un poco largo (y aburrido). Lo mejor es pasear por los alrededores de noche, cuando están iluminadas. Están rodeadas por pequeños jardines tranquilos y canales, y el paseo nocturno se hace muy agradable.



Antes de continuar, debéis saber que en Xi'an gran parte de la población pertenece a la etnia Hui, cuyos integrantes son musulmanes. Por eso no es raro encontrar por la ciudad hombres con taquia (ese sombrero musulmán tan característico) y mujeres cubiertas por un velo islámico. 
Una de las visitas que no pueden fallar es la del barrio musulmán.  En esta pequeña área de la ciudad es en la que, para mí, se encuentra el mayor encanto de Xi'an. Se trata de un entramado de callejuelas abarrotadas por puestos de comida y tiendas de recuerdos. Aquí podréis beber zumo de granada o picotear todo tipo de "tapas", panes, tofu, dulces y platos típicos, todos ellos deliciosos y con sabores de lo más variados. 

Los olores cruzan de derecha a izquierda y uno no hace más que ir como bobo de un lado a otro intentando decidir en qué manjar gastarse los yuanes. No dejéis de probar uno de esos panes espléndidos que veréis por todas partes, las patatas con especias y la hamburguesa china o rou jia mo. Pero, sobre todo, buscad un restaurante donde poder tomaros un buen bol, bien calentito, de yang rou pao mo, el plato más típico de Xi'an. Se trata de una sopa de cordero con pan, fideos y aderezada a gusto con picante o ajo. Ah, y probad también... bueno, probad todo lo que parezca merecer la pena, porque, creedme, lo merecerá.



Una vez que tengáis el estómago bien lleno y que todos esos olores exquisitos dejen de robar vuestra atención, podéis echar un vistazo a los puestos de "regalitos" y, como siempre os digo, entreteneros regateándolo todo. Seguro que al enterarse de que ibais a Xi'an muchos amigos o familiares os han encargado que le compréis la figurita de un guerrero, ¿a que sí? Pues aquí tenéis el lugar perfecto para encontrar todos esos encargos y más.




En este barrio no todo es gastar y rellenar el estómago, también hay que tomarse un tiempo en admirar esa mezcla tan interesante entre lo chino y lo árabe. En muchas de las calles paralelas a la calle principal encontraréis rincones que delatan esta mezcla tan curiosa, pequeños detalles en los muros de las casas o en los pórticos... Pero, sobre todo, la Gran Mezquita, con un estilo muy parecido a todos esos templos que os he estado enseñando en entradas anteriores, pero con textos en árabe tallados en los muros y detalles propios del islam en todas partes. La entrada es muy barata y, aunque la Mezquita no está muy cuidada, merece la pena visitarla por ese contraste que ofrece.



De noche el ambiente en el barrio es casi más animado que durante el día, por lo que si tenéis la oportunidad pasaros por allí a estas horas.





Además, justo antes de llegar al barrio musulmán os encontraréis con la Torre de la Campana, que iluminada de noche es así de bonita:




Otra visita muy agradable es la que hicimos a la Pagoda de la Oca Salvaje. Esta pagoda fue construida con el fin de guardar los documentos del monje Xuan Zang, que durante casi 20 años viajó por la India en busca de las escrituras de Buda con el fin de traducirlas. 




La pagoda se encuentra un poco alejada del centro de la ciudad, en medio de un parque salpicado de fuentes y estatuas por el que se puede dar un paseo muy tranquilo y, en nuestro caso, de lo más divertido. Como ya habréis podido comprobar, hacia un poco de frío, llovía o incluso nevaba, pero eso no impidió que nosotras lo pasáramos bien:




De noche, las luces se encienden en los árboles y en las fuentes y el parque gana incluso más encanto. 



Y sí, no podíamos marcharnos de Xi'an sin ver el hiperfamoso Ejército de Terracota. Cada dos por tres salen autobuses desde los alrededores de la estación de tren que llevan a los turistas hasta el museo de los guerreros. También existen visitas organizadas a las que podréis apuntaros en el hotel u hostal donde os alojéis, pero el precio es indudablemente más caro que si lo hacéis por vuestra cuenta (os hablo de hasta cientos de yuanes de diferencia). Tras hora y media de bus y una pequeña caminata llegamos al museo, muertas de frío y cubiertas de nieve, pero muy emocionadas porque por fin íbamos a ver los guerreros. 

Comenzamos la visita por uno de los pabellones museo, donde explican cómo encontraron el ejército y exponen varias figuras de guerreros y carruajes que sirven de aperitivo a lo que aún queda por ver. 



Tras recorrer estas salas llegamos al cementerio de guerreros de terracota. Digo cementerio, porque en este pabellón es donde se encuentran todos esos miles de figuras que aún yacen bajo tierra. 

Y, por último, el pabellón en el que los guerreros ya desenterrados posan ante los turistas. Llegados a este punto es donde uno saca la guía turística de la mochila y relee eso de que "en este lugar trabajaron unas 500.000 personas durante 36 años bajo el mandato de un emperador", y eso de que "tan solo se han extraído unas 1.000 figuras de las más de 8.000 totales", y es entonces cuando a uno se le pone la piel de gallina (y no solo por el frío que hacía allí dentro, que no era poco).




Como veis Xi'an ofrece muchas cosas más a parte del Ejército de Terracota. Si tenéis planeado visitarla no paséis más de tres o cuatro días allí, será más que suficiente. Sí, mi primera impresión tras una tarde en Xi'an no fue la mejor del mundo, pero al final acabé disfrutando de la ciudad y acabé llevándome un recuerdo muy bueno de ella.


2 comentarios:

  1. David Gómez Rollán2/11/15

    Pues a mi Xi´an me gusta mucho. De hecho, dentro de las ciudades grandes es de las que más me gusta. He estado un par de veces, la muralla es una maravilla y toda la ciudad intramuros me parece genial, todo barrios tradicionales, el musulmán, el de los calígrafos, la zona de "hutongs" y por supuesto la comida. El musulmán a la hora de los rezos y por la noche es lo mejor de lo mejor. Los guerreros son espectaculares, pero hay otro montón de mausoleos menos conocidos que están genial y luego está Hua Shan, una de las montañas sagradas, que es de cuento. Tendrás que darle una segunda oportunidad ;)

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    1. Es cierto que al final la ciudad me acabó gustando pero no diría que es una de mis favoritas. Hasta ahora pensaba que si volviese a China no repetiría con Xi'an, pero tal vez tengas razón y deba darle una segunda oportunidad :D Ah! Y es verdad que el ambiente en el barrio musulmán de noche es genial, se me olvidó comentarlo en la entrada. Por los hutong no tuvimos la oportunidad de pasar, pero me lo apunto y también lo de Hua Shan, que he oído que es espectacular :)

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