"En
China todo el mundo soñaba con Guilin, y cuando llegué allí
comprendí cuán míseros eran mis sueños, cuán pobres mis
pensamientos. Al ver las colinas me reí y estremecí al mismo
tiempo. Los picos parecían gigantescas cabezas de pescado frito que
trataran de saltar fuera de una tina de aceite. Detrás de cada
colina veía las sombras de otro pescado, y luego otro y otro.
Entonces las nubes se movieron un poco y las colinas se convirtieron
de repente en elefantes monstruosos que avanzaban en silencio hacia
mí. ¿Te imaginas? Y al pie de la colina había cuevas ocultas, en
cuyo interior colgaban jardines rocosos con las formas y colores de
coles, melones, nabos y cebollas. Estas cosas eran tan extrañas y
hermosas que jamás podrías imaginarlas."
Amy
Tan, en El club de la buena estrella.