22 junio 2015

La triste historia del Festival de los Botes Dragón

Hace muchos siglos (allá por el V a.C) hubo en China siete reinos que se encontraban en guerra. Estos eran conocidos como los Siete Reinos Combatientes. 
El más poderoso y fuerte de todos ellos era el Reino de Qin, gobernado por un hombre ambicioso e infame. Por otro lado, estaba el Reino de Chu, que había sido muy poderoso en el pasado, pero, debido al débil gobierno de su rey, comenzaba a sumirse en la decadencia.





Un día, el rey de Chu decidió aliarse con el poderoso Reino de Qin, tan temido por todos los demás. El rey de Chu no estaba dispuesto a ver cómo su pueblo se hundía y, en vez de intentar defenderlo por otros medios, pensó que esta alianza sería la salvación. 
Cuando Qu Yuan, ministro del rey y un hombre sabio y justo, conoció la decisión que el monarca había tomado, la juzgó de inapropiada. Qu Yuan amaba su país y pensaba que lo que había que hacer no era unirse al enemigo, sino luchar contra él. El ministro sabía que la alianza no sería respetada por el rey de Chu y que este acabaría dominando también el Reino de Qin. 
Pasados unos días, esta crítica llegó a oídos del rey, que se sintió traicionado por Qu Yuan, lo acusó de deslealtad y lo desterró.


Tras su destierro, Qu Yuan, amante de la literatura, se dedicó a defender sus ideas a través de la escritura de poemas: El lamentoPreguntas al CieloNueve Canciones y, por último, escribió su gran obra maestra: Abrazando la Arena. Cada una de las palabras que plasmaba en el papel reflejaba la soledad de su exilio y la rabia que sentía por ver cómo su rey tomaba las decisiones equivocadas.
El quinto día del quinto mes lunar, Qu Yuan, muy apenado al presenciar cómo el Reinado de Qin conquistaba su país, decidió suicidarse lanzándose al río. 




Cuenta la leyenda que el poeta se había ganado la admiración de las gentes del lugar, que al enterarse de su muerte salieron en busca de su cuerpo montados en las barcas de los pescadores. Otros, desde la orilla, lanzaban arroz al agua para alimentar a los peces y que estos no devorasen su cuerpo sin vida.
Tras varios días de búsqueda el cadáver del poeta seguía sin ser encontrado. Pero entonces, cuando uno de los pescadores se retiraba, desolado, en su barca, el espíritu de Qu Yuan se le apareció. El poeta muerto le explicó que debían dejar de buscar, porque los peces ya habían devorado todo lo que quedaba de él. Al parecer, el arroz que cada día habían lanzado al agua no había servido de alimento a los peces, sino que había sido comido por el dragón del río.


Desde entonces, cada año, el quinto día del quinto mes lunar, la gente se acerca a los ríos y organiza carreras en barcas con forma de dragón para homenajear a Qu Yuan, que tanto se preocupó por el bien de su país y las injusticias de su rey. Además, desde que conocen la existencia del dragón del agua, cada año durante este festival le piden que traiga buenas lluvias para sus cultivos. Antes de comenzar las carreras de botes, hacen una ofrenda al dragón, para lo que prenden tres inciensos y vierten agua ante su altar. Después colocan la cabeza del "rey dragón" a la barca principal, la más grande de todas. Una vez hecho esto, ya están listos para comenzar la carrera. 
Eso sí, ahora, durante estos días, la gente se asegura de que el dragón del río no les robe el arroz y para ello lo esconden en saquitos hechos con hojas de bambú, donde queda protegido hasta que lo comen.


Además se fabrican bolsitas aromáticas, hechas a mano con bordados de colores, y pulseras de seda que protegen a los niños del mal. Los adultos, ahuyentan las enfermedades limpiando la casa y bebiendo el tradicional licor de rejalgar.

Existen muchas historias y leyendas sobre el origen de este festival, pero la que habla sobre Qu Yuan es la más extendida y, tal vez, la más hermosa de ellas.
Este sábado pasado fue el quinto día del quinto mes lunar, por lo que en China han estado de celebración, conmemorando al gran poeta.

Mis fabulosos "corresponsales" Péter, Soner y Nori me han enviado estas fotos de los eventos a los que han asistido y me han dado permiso para compartirlas con vosotros:



Cabeza del "rey dragón" antes de ser colocada en la barca principal.
















Nosotros no tenemos botes con cabeza de dragón, pero ¿qué mejor manera de recordar a un poeta que a través de la lectura de sus versos? Aquí os dejo un fragmento de la obra El lamento, de Qu Yuan:

Enfermo y estoy perdido;
Más me valdría morir de pronto y diluirme en la nada
que permitirme, jamás, imitar su conducta.
El águila no vive con otras aves,
ha sido desde antiguo […]

Reuní allí mis carros, mil tiros;
tropas de jade galopando a la par.
Los ocho dragones de mi carro refulgían;
las banderas de nube ondulaban al viento.
Contuve mi deseo y frené el paso,
mientras mi espíritu se elevaba al espacio infinito.
Entonamos los “nueve cantos”, danzamos los bailes de Shao,
buscando alcanzar unos instantes de gozo y placer.
Sin embargo, cuando me elevé en la ciudad del cielo
vi, de pronto, mi antiguo lugar,
El cochero se entristeció, los caballos se encogieron de nostalgia,
giraron sus cabezas hacia atrás, se negaron a avanzar.
¡Todo ha terminado!
Nadie hay en mi reino que me entienda
¿por qué, pues, tanta nostalgia por la ciudad donde nací?
No hay con quien trabajar por un buen gobierno,
solo me resta seguir a Peng Xian* y retirarme a su hogar.

*Peng Xian: Chamán del Reino de Chu que se ahogó en el río.





4 comentarios:

  1. Gloria22/6/15

    Qué bonita es la historia de Qu Yuan y qué bien está escrita esta entrada. Absolutamente genial este blog! Gracias a tus amigos Peter, Nori y Soner por enviarte desde China estas estupendas fotos para hacer una crónica como esta.

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  2. Mariví Blanco22/6/15

    Preciosa historia, y preciosas fotos también.

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  3. Anónimo9/6/16

    Muchas gracias! Como dragon de agua me gustaria haber salvado a Qu Yuan y sobre todo a su reino. Espero poder hacer algo por el mio

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  4. Curioso, me gustaron tambien las fotos y dibujos.

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