Hace
muchos siglos (allá por el V a.C) hubo en China
siete reinos que se encontraban en guerra. Estos eran conocidos como
los Siete Reinos Combatientes.
El
más poderoso y fuerte de todos ellos era el Reino de Qin, gobernado
por un hombre ambicioso e infame. Por otro lado, estaba el Reino
de Chu, que había sido muy poderoso en el pasado, pero, debido al
débil gobierno de su rey, comenzaba a sumirse en la decadencia.
Un
día, el rey de Chu decidió aliarse con el poderoso Reino de Qin,
tan temido por todos los demás. El rey de Chu no estaba dispuesto a
ver cómo su pueblo se hundía y, en vez de intentar defenderlo por
otros medios, pensó que esta alianza sería la salvación.
Cuando
Qu Yuan, ministro del rey y un hombre sabio y justo, conoció la
decisión que el monarca había tomado, la juzgó de inapropiada. Qu
Yuan amaba su país y pensaba que lo que había que hacer no era
unirse al enemigo, sino luchar contra él. El ministro sabía que la
alianza no sería respetada por el rey de Chu y que este acabaría
dominando también el Reino de Qin.
Pasados
unos días, esta crítica llegó a oídos del rey, que se sintió
traicionado por Qu Yuan, lo acusó de deslealtad y lo desterró.
Tras
su destierro, Qu Yuan, amante de la literatura, se dedicó a defender
sus ideas a través de la escritura de poemas: El
lamento, Preguntas al Cielo, Nueve
Canciones y, por último, escribió su gran obra
maestra: Abrazando la Arena. Cada una de las
palabras que plasmaba en el papel reflejaba la soledad de su exilio y
la rabia que sentía por ver cómo su rey tomaba las decisiones
equivocadas.
El
quinto día del quinto mes lunar, Qu Yuan, muy apenado al presenciar
cómo el Reinado de Qin conquistaba su país, decidió suicidarse
lanzándose al río.
Cuenta la leyenda que el
poeta se había ganado la admiración de las gentes del lugar, que al
enterarse de su muerte salieron en busca de su cuerpo montados en las
barcas de los pescadores. Otros, desde la orilla, lanzaban arroz al
agua para alimentar a los peces y que estos no devorasen su cuerpo
sin vida.
Tras
varios días de búsqueda el cadáver del poeta seguía sin ser encontrado.
Pero entonces, cuando uno de los pescadores se retiraba, desolado, en
su barca, el espíritu de Qu Yuan se le apareció. El poeta muerto le
explicó que debían dejar de buscar, porque los peces ya habían
devorado todo lo que quedaba de él. Al parecer, el arroz que cada
día habían lanzado al agua no había servido de alimento a los
peces, sino que había sido comido por el dragón del río.
Desde
entonces, cada año, el quinto día del quinto mes lunar, la gente se
acerca a los ríos y organiza carreras en barcas con forma de dragón
para homenajear a Qu Yuan, que tanto se preocupó por el bien de su
país y las injusticias de su rey. Además, desde que conocen la
existencia del dragón del agua, cada año durante este festival le
piden que traiga buenas lluvias para sus cultivos. Antes de comenzar
las carreras de botes, hacen una ofrenda al dragón, para lo que
prenden tres inciensos y vierten agua ante su altar. Después colocan
la cabeza del "rey dragón" a la barca principal, la más
grande de todas. Una vez hecho esto, ya están listos para comenzar
la carrera.
Además se fabrican bolsitas aromáticas, hechas a mano con bordados de colores, y pulseras de seda que protegen a los niños del mal. Los adultos, ahuyentan las enfermedades limpiando la casa y bebiendo el tradicional licor de rejalgar.
Existen muchas historias y leyendas sobre el origen de este festival, pero la que habla sobre Qu Yuan es la más extendida y, tal vez, la más hermosa de ellas.
Existen muchas historias y leyendas sobre el origen de este festival, pero la que habla sobre Qu Yuan es la más extendida y, tal vez, la más hermosa de ellas.
Este
sábado pasado fue el quinto día del quinto mes lunar, por lo que en
China han estado de celebración, conmemorando al gran poeta.
Mis
fabulosos "corresponsales" Péter, Soner y Nori me han enviado estas fotos de los eventos a los que han
asistido y me han dado permiso para compartirlas con vosotros:
Cabeza del "rey dragón" antes de ser colocada en la barca principal. |
Nosotros
no tenemos botes con cabeza de dragón, pero ¿qué mejor manera de
recordar a un poeta que a través de la lectura de sus versos? Aquí
os dejo un fragmento de la obra El lamento, de Qu Yuan:
Enfermo
y estoy perdido;
Más
me valdría morir de pronto y diluirme en la nada
que
permitirme, jamás, imitar su conducta.
El
águila no vive con otras aves,
ha
sido desde antiguo […]
Reuní
allí mis carros, mil tiros;
tropas
de jade galopando a la par.
Los
ocho dragones de mi carro refulgían;
las
banderas de nube ondulaban al viento.
Contuve
mi deseo y frené el paso,
mientras
mi espíritu se elevaba al espacio infinito.
Entonamos
los “nueve cantos”, danzamos los bailes de Shao,
buscando
alcanzar unos instantes de gozo y placer.
Sin
embargo, cuando me elevé en la ciudad del cielo
vi,
de pronto, mi antiguo lugar,
El
cochero se entristeció, los caballos se encogieron de nostalgia,
giraron
sus cabezas hacia atrás, se negaron a avanzar.
¡Todo
ha terminado!
Nadie
hay en mi reino que me entienda
¿por
qué, pues, tanta nostalgia por la ciudad donde nací?
No
hay con quien trabajar por un buen gobierno,
solo
me resta seguir a Peng Xian* y retirarme a su hogar.
*Peng Xian: Chamán del Reino de Chu que se ahogó en el río.
*Peng Xian: Chamán del Reino de Chu que se ahogó en el río.
Qué bonita es la historia de Qu Yuan y qué bien está escrita esta entrada. Absolutamente genial este blog! Gracias a tus amigos Peter, Nori y Soner por enviarte desde China estas estupendas fotos para hacer una crónica como esta.
ResponderEliminarPreciosa historia, y preciosas fotos también.
ResponderEliminarMuchas gracias! Como dragon de agua me gustaria haber salvado a Qu Yuan y sobre todo a su reino. Espero poder hacer algo por el mio
ResponderEliminarCurioso, me gustaron tambien las fotos y dibujos.
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