11 diciembre 2016

Paseo por el Chinatown londinense.

Hace poco hice una escapada a Londres y, por supuesto, no podía marcharme de allí sin dar una vuelta por el Chinatown. A pesar de que muchos piensan que el barrio está "diseñado" para los turistas curiosos, no es así. Hay una larga y desconocida historia escondida entre esas calles. En esta entrada os hago un rápido resumen de la historia del Chinatown y os cuento cómo fue mi visita a este enclave tan famoso de Londres.



En 1599 se formó la Compañía Británica de las Indias Orientales, cuya principal función era terminar con el monopolio de los holandeses sobre el comercio de especias. Con el tiempo, hacia finales del siglo XVII, la compañía acabó estableciendo relaciones comerciales con China e implantando una factoría en Taiwan que terminó siendo trasladada a Hongkong. La seda, la porcelana y, sobre todo, el té chino eran los bienes más solicitados por los británicos, que los intercambiaban por la lana procedente de su país. La demanda de té comenzó a ser tan grande que llegó un momento en el que no se pudo compensar con las aportaciones de lana y los británicos tuvieron que buscar otros bienes que pudieran interesar a los chinos. Es así como el mercado del opio se abrió paso en China, a pesar de que esta sustancia estaba estrictamente prohibida en el país. La venta de opio en el mercado negro fue un negocio más que rentable para los británicos, pero el gobierno chino consideró este negocio una burla a sus leyes. Este fue el punto de partida de las conocidas Guerras del Opio. Tras muchos problemas, la compañía terminó desapareciendo en el siglo XIX.
Muchos de los marineros chinos que habían trabajado para esta compañía quedaron atrapados en Londres y se asentaron en el distrito de Tower Hamlets, a orillas del Támesis. Sin embargo, esta zona quedó destruida durante unos bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y los chinos se trasladaron al distrito de Westminister, al conocido barrio del Soho, donde el precio de la vivienda era bastante asequible.
Aquí comenzó a crearse el famoso barrio chino, un enclave donde todos aquellos expatriados podían sentirse como en casa. Y no solo los chinos... Se ve que muchos británicos que habían trabajado en China para la Compañía de las Indias Orientales y que ya habían vuelto a su hogar sufrían de lo que yo llamo "el mal del que una vez vivió en China" (aún no he encontrado un nombre más corto, pero eso es otro tema...). Debido a ello frecuentaban este barrio intentando saciar sus antojos alimenticios y buscando productos chinos en los comercios del lugar.
Así, el Chinatown fue adquiriendo popularidad y convirtiéndose en la China en miniatura que es hoy en día, adornada con cientos de farolillos rojos sobre sus calles que, más que una decoración exagerada, son una seña de identidad, una marca que define los límites de un pueblo y de una cultura asentados en un país ajeno.


Una de las cuatro puertas que dan acceso al barrio chino.

Si accedéis por Leicester Street seréis recibidos por una impresionante puerta al más puro y tradicional estilo chino. Este portón fue traído directamente desde Shanghai. En las calles transversales encontraréis otras tres puertas menos llamativas, una vez que las crucéis, volveréis a sentiros en Londres. Entre medias de todos estos portones, se extiende un complejo de calles bañado por el olor a salsa de soja y a pato laqueado. En la zona solo veréis chinos y turistas atraídos por el exotismo del lugar.
A lo largo y ancho del Chinatown encontraréis todo tipo de establecimientos típicamente chinos. Los que más abundan son los restaurantes (en algún lugar leí que hay más de 70, aunque confieso que no los he contado) con todo tipo de gastronomía china, desde elegantes restaurantes con platos picantes de Sichuan, hasta bufés con comida típica de Hongkong. La mayoría muestran grandes paneles con sus platos a la puerta, por lo que podréis echar un vistazo antes de decidiros por uno u otro restaurante. Eso sí, elijáis el que elijáis degustaréis sabores chinos de los auténticos. Una prueba de ello es que si os asomáis a sus escaparates veréis montones de chinos sentados en el interior.
También hay fruterías, tiendas de alimentación con cualquier producto chino que busquéis, casinos, librerías-papelerías, tiendas de telefonía, bancos, establecimientos de masajes, acupuntura o manicura, farmacias de medicina tradicional, los populares kioskos de bubble tea e incluso karaokes (comúnmente conocidos como KTV). Encontré también una pastelería enorme, y me llamó la atención porque, aunque la cocina china no destaca precisamente por sus dulces, en este lugar todo tenía un aspecto delicioso. 
Otra de las cosas que resulta llamativa es la cantidad de carteles que hay por todas partes donde se anuncian diversos eventos culturales, tales como talleres de caligrafía o ciclos de cine.






Al parecer, durante los festivales más importantes de China tienen lugar inmensas celebraciones en el Chinatown. Cuando yo lo visité aún había por las calles pancartas anunciando el Festival del Medio Otoño (una pena no haber estado allí para la celebración...).
En los alrededores del Chinatown abundan además los restaurantes de otras cocinas asiáticas, así como la japonesa o tailandesa.
También encontraréis dragones decorando algunos de sus comercios, estatuas de perros de fu en algún rincon e incluso he oído que hay una pequeña pagoda, aunque no conseguí encontrarla...
Aunque está lejos de ser como cualquier barrio de China, el Chinatown es un paraíso para los morriñosos, tanto para chinos, como para todos aquellos extranjeros perdidos por Londres que una vez sintieron China como su hogar.


2 comentarios:

  1. Gracias preciosa por esta entrada interesante, en breve iremos a Londres y lo visitaremos 😍 nos acordaremos de ti! Un abrazo

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  2. ¡Nos encantó! Nunca hemos estado en China pero es verdad que en esas calles uno se siente lejos de Europa :) No conocíamosla historia de los orígenes del barrio, muy interesante.

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