China
es uno de los países que produce más té a nivel mundial. No es
para menos, ya que en este territorio se cultivan algunos de los tés
de mejor calidad del mundo. Sabiendo esto, es fácil entender por qué
los chinos toman tanto esta bebida… El té de este país tiene un
sabor delicioso, sea del tipo que sea; además, sus propiedades son
excelentes para la salud.
La leyenda popular cuenta que una mañana muy fría el emperador Shennong se sentó a descansar al pie de un árbol. Allí, puso a hervir un poco de agua en un fuego para entrar en calor y, mientras el agua se calentaba, unas hojas cayeron dentro del recipiente sin que Shennong se diera cuenta. Al poco comenzó a notar un aroma de lo más agradable y descubrió que provenía del agua. Movido por la curiosidad bebió un sorbo y quedó sorprendido por su sabor. Lo que había caído sobre el agua eran hojas de Camellia sinensis (popularmente conocida como planta del té) y Shennong, sin saberlo, había probado el primer té de la historia.
Según
el libro de la dinastía Han Clásico
de las raíces y hierbas del Divino Granjero,Shennong
descubrió también las propiedades medicinales de esta planta y
llegó a afirmar que este sirve de antídoto a más de 70 plantas
venenosas.
No
sabemos si el descubrimiento sucedió realmente de esta manera, pero
lo que está claro es que la bebida cuenta con una historia de miles
de años. Como prueba de ello, tenemos un sorprendente descubrimiento
realizado en el 2016 cerca de la ciudad de Xi’an. Durante unas
excavaciones en el mausoleo del emperador Jing, se encontró una
especie de material carbonizado que resultó ser un puñado de hojas
de té con más de 2.100 años de antigüedad. Esto fue todo un
hallazgo, ya que hasta ese momento se habían descubierto textos de
la época que mencionaban los usos medicinales del té, pero nunca
hasta el año pasado se había encontrado una prueba física tan
antigua.
En
el año 760 el escritor Lu Yu escribió El
clásico del té,
el primer libro dedicado exclusivamente a esta planta con el que
empezó a quedar constancia de la importancia cultural que esta
bebida tenía y tiene para los chinos.
Al
principio las hojas de té eran usadas tan solo como ofrenda en
determinados rituales, pasando después a ser utilizadas como
medicina (como prueban los textos ya citados), como alimento y, por
último, utilizadas para preparar la famosa bebida. Durante la
Dinastía Song se extendió la costumbre de preparar esta bebida
utilizando té en polvo, lo que más adelante daría lugar al famoso
té matcha, utilizado en la ceremonia del té en Japón.
Se
cuenta que algunos monjes budistas lo ingerían durante sus largas
jornadas de meditación, ya que la teína les ayudaba a mantenerse
despiertos. Pero esta bebida no solo ayudaba a los monjes a mantener
la mente activa, sino que hacía entrar en calor a los pobres,
reconfortaba a los ricos e inspiraba a poetas y artistas. Con el
tiempo, acabó convirtiéndose en una de las bebidas más populares
de China. A través de la Ruta de la Seda, comenzó a extenderse por
toda Asia y de ahí pasó a resto del mundo. A día de hoy beber té
es para los chinos casi una necesidad vital, al igual que comer o
dormir, ya que en muchas ocasiones su consumo va unido a una búsqueda
de tranquilidad y relajación.
Esta
bebida tiene tanta importancia en la cultura del país, que incluso
existen carreras universitarias dedicadas a ella, algo así como
“Telogía” (que no Teología…). Los alumnos de esta carrera
estudiarán cosas sobre el cultivo de esta planta, sus distintos tipo
de procesamiento, efectos medicinales de la bebida, cómo llevar a
cabo la tradicional ceremonia o incluso cuestiones ligadas a su
distribución por el mundo.
El
té chino no se puede tomar de cualquier manera. Hay ciertas reglas
que todo chino conoce casi de forma innata. Para empezar, se tiene
que tomar muy caliente, nada de esperar a que se temple como hacemos
aquí y, por supuesto, hay que olvidarse de los cubitos de hielo. De
hecho, suelen utilizarse tacitas muy pequeñas para que se mantenga
mejor el calor. En segundo lugar, hay que tomarlo sin leche y, sobre
todo, sin azúcar. Añadir cualquier cosa a un té es arruinar la
sutileza y pureza de su sabor, así como estropear sus propiedades.
Además, como me confirmó una vez una amiga china, eso de echar
cualquier tipo de edulcorante a esta bebida produciría nauseas a la
mayor parte de los chinos. Un té con azúcar es un té echado a
perder. En tercer lugar, se puede tomar en cualquier época del año
y en cualquier momento, nada de dejarlo para los meses de frío. Un
buen té caliente sienta bien haya la temperatura que haya.
El
té en China es todo un arte, desde su recolección hasta su
preparación en las ceremonias del té. Sin embargo, a pesar de
seguir normas como las ya descritas, no penséis que cada vez que
alguien va a tomar una taza tiene que realizar la famosa ceremonia…
Nada de eso, con tener un hervidor de agua al lado y un termo donde
verterla es más que suficiente. En China toman té en cualquier
parte y hay hervidores hasta en el metro. Las ceremonias quedan
relegadas a momentos mucho más especiales o a las conocidas casas de
té. Durante las ceremonias, el té se convierte en mucho más que
una simple bebida. La preparación y degustación durante este ritual
está cargada de belleza; es todo un ejercicio de equilibrio
espiritual y de perfeccionamiento personal, que aporta armonía a
quien lo practica.
Las
casas de té, repartidas por todo el país, han servido de lugar de
encuentro desde hace siglos. Es prácticamente imposible recorrer una
ciudad china sin toparse con uno de estos lugares. La gente acudía allí para socializar, conversar, negociar, para jugar y apostar,
para asistir a espectáculos diversos… Todo ello, alrededor de un
buen té.
Hoy
en día podemos encontrar todo tipo de tés en supermercados y
tiendas especializadas en infusiones, por no hablar de internet…
Pero, ¿sabéis cuáles de esos tés son originarios de China?
El té
verde es
con diferencia el más popular en el país. China es el mayor
exportador de té verde del mundo, ya que cuenta con plantaciones de
gran calidad y su sabor es muy apreciado también en occidente. A
pesar de proceder de la misma especie que el negro, las propiedades
atribuidas al té verde son mucho mayores. Esto se debe a que las
hojas se recogen frescas y apenas sufren oxidación durante su
procesado, por lo que sus muchas propiedades se mantienen intactas.
Es anticancerígeno y bueno para el sistema inmunológico, además de
tener un sabor suave y contener menos cafeína que el negro.
El té de Longjing, procedente de la provincia de Hangzhou, es tal vez el té verde más famoso de todo el país. Su calidad y buen sabor son innegables. Además, contiene una gran cantidad de vitamina C, aminoácidos y catequinas (sustancias antioxidantes que hacen que el té amargue). Otro de los mejores tés verdes de China es el Biluochun, originario de la región montañosa de Dongting, en la provincia de Jiangsu. Tiene un sabor afrutado y un aroma floral. Cabe también destacar el Lu’an Guapian y el Maofeng, procedentes de la provincia de Anhui. Y no podemos olvidarnos del famoso gunpowder, cuyas hojas se enrollan en forma de bolas, ya que se piensa que así mantienen mejor sus propiedades.
El té de Longjing, procedente de la provincia de Hangzhou, es tal vez el té verde más famoso de todo el país. Su calidad y buen sabor son innegables. Además, contiene una gran cantidad de vitamina C, aminoácidos y catequinas (sustancias antioxidantes que hacen que el té amargue). Otro de los mejores tés verdes de China es el Biluochun, originario de la región montañosa de Dongting, en la provincia de Jiangsu. Tiene un sabor afrutado y un aroma floral. Cabe también destacar el Lu’an Guapian y el Maofeng, procedentes de la provincia de Anhui. Y no podemos olvidarnos del famoso gunpowder, cuyas hojas se enrollan en forma de bolas, ya que se piensa que así mantienen mejor sus propiedades.
El té
blanco es
el que se extrae de las hojas más tiernas de la Camellia
sinensis,
que inmediatamente se secan y procesan para evitar su oxidación. Sus
propiedades antioxidantes son, de hecho, incluso mayores que las del
verde. Sin embargo, el que solo puedan utilizarse las hojas más
jóvenes hace que sea de producción escasa y que por eso su precio
sea algo elevado. Su sabor es de lo más agradable y delicado, menos
amargo que el de otros tés. El mejor té blanco de China es el
Baihao Yinzhen (‘aguja de plata’ haciendo referencia a la forma y
color de sus hojas). Procede de la provincia de Fujian y el hecho de
ser el mejor lo convierte también en el más caro.
El té
amarillo se
encuentra entre el verde y el blanco y su procesado es muy similar al
de estos dos. Las hojas se dejan secar menos que las del verde y eso
hace que adquieran una tonalidad amarillenta y un sabor ligeramente
diferente. El té amarillo chino por excelencia es el Junshan
Yinzhen, de Hunan. Poco frecuente, pero de gran calidad.
Frente
al verde, se encuentra el té
negro,
mucho más oxidado (de ahí el color oscuro de sus hojas), más
aromático y con mayor cantidad de teína que el anterior. No es el
favorito de la mayoría en el país, pero algunos de los tés negros
chinos son muy destacables, aunque tal vez no tan famosos en
occidente como los procedentes de India. Como ejemplos, tenemos el té
Keemun o Qimen (de Anhui), el Lapsang Souchong (de Fujian), el Dian
Hong (de Yunnan) y el Ying De Hong (de Guandong).
Otro
de los tipos de té chino que hay que mencionar es el té
pu’er (o
pu-erh), incluido dentro de los rojos, aunque este cuente con un
proceso de fermentación mucho más complicado. Durante este proceso
el té puede pasar desde 2 hasta 60 años almacenado en barriles de
bambú. Cuanto más tiempo haya pasado en estos barriles, mayor
será su calidad (de ahí que en muchas ocasiones se lo compare con
los buenos vinos). Las hojas adquieren una tonalidad rojiza y por eso
en occidente el pu’er es más conocido como té rojo, famoso
por sus propiedades adelgazantes y digestivas.
Tenemos
también el té
oolong,
que también recibe el nombre de té azul, debido a su color negro
azulado. Este se encuentra a medio camino entre el verde y el negro.
Es un té semifermentado, no tan oxidado como el negro, por lo que
mantiene sus propiedades antioxidantes. Su sabor es menos amargo que
el del té verde, llegando incluso a dejar un toque de dulzor en el
paladar. Los oolong de mejor calidad son el Tieguanyin, el Da Hong
Pao (ambos de Fujian) o el Dan Cong (de Guangdong), entre otros.
Y
por último están los conocidos como tés
de flores,
hechos a base de flores secas como hibiscos, crisantemos, lilas,
lirios, caléndula y, mi favorito, el de jazmín. En ocasiones se
mezclan con hojas de té verde, pero también pueden tomarse solos.
Este tipo es también muy popular en el país y no solo su sabor es
exquisito, sino que tienen un aroma de lo más embriagador. Además
se cree que para el cutis es mejor que cualquier cosmético
antiarrugas.
Como
veis, hay variedad para gusto de todos. Y, por suerte, a día de hoy
no hace falta irse hasta el lejano oriente para poder disfrutar esta
bebida tan especial y sumergirse así un poquito más en la cultura
del país asiático. En China lo tienen claro: beber té no aporta
más que ventajas tanto al cuerpo como a la mente. Ya lo dice un
proverbio chino: “una taza de té al día puede hacer morir de
hambre al farmacéutico”.
Podéis escuchar nuestro programa sobre el té chino en el podcast "Las bebidas en China" (del 14-03-2019).
Excelente aporte señorita 叶恬
ResponderEliminarMuchas gracias! Es un placer dar a conocer estas cosas tan interesantes ;) Saludos.
Eliminar