28 septiembre 2018

El Mercado de Grillos de Shanghai.

Si hay un animal que se asocia a la cultura china, a parte del panda y los mitológicos dragones, es, sin duda, el grillo. 
En esta entrada repasamos brevemente la historia de la cultura del grillo en China y nos adentramos en el Mercado de Grillos de Shanghai para comprobar en primera persona cómo la importancia de estos bichillos no se ha desvanecido con el paso de los años.




Ya en el siglo 1000 a.C. existía una veneración por los grillos, como se ha demostrado con el hallazgo en tumbas de objetos relacionados con ellos. Al principio, los grillos eran una mascota más, la favorita en el entorno imperial. Allí sus cantos despertaban fascinación y eran considerados (especialmente por las damas) como una música agradable que facilitaba la conciliación del sueño. Atrapar grillos era todo un entretenimiento en la Ciudad Prohibida, y mantener a estos animales como mascota era una forma de sobrellevar la soledad que implicaba vivir allí encerrado. La pasión por los grillos fue tan grande, que incluso se creó todo un arte relacionado con la creación de jaulas para estos insectos, dando lugar a auténticas joyas que hoy en día pueden encontrarse en algunos museos del país.
El gusto por los grillos acabó traspasando los muros de la Ciudad Prohibida y llegó a cada rincón del país, donde la gente empezó a darse cuenta de lo ventajoso que era tener un animal como este en casa. Por un lado, los campesinos empezaron a considerarlo de gran importancia para sus cosechas, ya que cuando escuchaban un grillo por primera vez en ese año sabían que era hora de cultivar y, cuando dejaban de escucharlos, debían ponerse manos a la obra y recoger sus cosechas. Por otro lado, los grillos, en su corta vida, ponen cientos de huevos, por lo que se pensaba que tener uno en la familia atraía la buena suerte y aseguraba la fertilidad y la descendencia. En tercer lugar, eran un símbolo de éxito y de lucha, de ahí que con el tiempo se les empezase a criar para convertirlos en grillos de pelea y ganar así un dinero extra al año con las apuestas. Y, por último, se les consideraba un instrumento de protección, una especie de “perro guardian”, ya que todos sabemos que cuando un grillo siente que alguien se acerca, dejan de cantar.


Gravado chino del siglo XIX en el que un grupo de personas organizan una pelea de grillos.

La importancia de los grillos en la cultura china es tal, que ha quedado reflejada incluso en algunas películas muy famosas. Aquella inicial atracción imperial por los grillos tiene su pequeño protagonismo en la oscarizada El último Emperador.  En la peli, el pequeño Puyi tiene un grillo como mascota, y este adquiere un simbolismo muy peculiar a lo largo de la historia. 
En la conocida película animada de Mulán, uno de los simpáticos y leales amiguitos de la protagonista es un grillo de la suerte. Así queda probado con una divertida escena en la que la abuela de Mulán sobrevive al cruzar a ciegas una carretera cargando con dicho grillo en una jaula.



Hoy en día, aún se conserva esta admiración por los grillos, así como todas esas supersticiones (aunque la gente probablemente se fíe más de los semáforos que la abuela de Mulán). No es raro vagar por China y encontrarse con gente que tiene uno de estos insectos en casa.
Una prueba de que esta tradición ha sobrevivido el paso de los siglos es el Mercado de Grillos de Shanghai. Situado junto a la Ciudad Antigua, a apenas unos minutos de los rascacielos y de la modernísima vida de la megalópolis, se encuentra este mercado interior. No sería fácil de encontrar si no fuera por el sonido atronador que cruza la puerta de entrada. Ese ruido que se escucha y que parece potenciado por altavoces no es más que el “cri-cri” de los miles de grillos que se encuentran en el interior del lugar. Grillos de todos los tamaños, formas y colores.
En este mercado todo el mundo asume que los extranjeros no podemos llevarnos un grillo a nuestro país, así que se puede pasear por el área y disfrutar sin que te agobien con los clásicos “barato, barato”. Incluso te dejan sacar fotos, algo que no gusta demasiado en otro tipo de mercados. Esto fue de agradecer, ya que el lugar me fascinó desde el primer minuto y no podía dejar de correr de un lado para otro inspeccionando todas aquellas cajitas y preguntando para qué servía toda aquella parafernalia.
Los grillos más grandes estaban en jaulitas de bambú o en unos recipientes cilíndricos con grandes agujeros en la tapa para escuchar su canto, como si de un instrumento musical se tratase. Otros, diminutos, vivían en pequeñas cajas de plástico transparente, donde contaban hasta con un cuenco rosa de arroz (estilo liliputiense) para alimentarse. Porque, sí, en China hasta los grillos se alimentan de arroz.





Al llegar a la zona central del mercado descubrimos grupos de gente sentada alrededor de unos curiosos recipientes de cerámica, inspeccionando con atención el interior. Se trataba de vendedores y compradores de grillos de pelea, una costumbre de esas que tampoco se han perdido con el paso de los años. 
Las peleas de grillos fueron eliminadas durante la Revolución Cultural, pero resurgieron en los años 80. Al poco tiempo de observar y charlar con los vendedores nos dimos cuenta de la cantidad de dinero que mueven estas peleas de grillos. En teoría, las apuestas están prohibidas desde el año 2004, pero ya he comentado en otras ocasiones que esto es algo que importa bien poco a los chinos… El precio de los grillos varía según se trate de un grillo destinado a ser mascota o de un grillo abocado a ser gladiador. Los primeros pueden conseguirse por tan solo 25 yuan (3 euros), mientras que los grillos de pelea pueden llegar a rondar los 500 euros, o más.  
Para saber si el grillo tiene o no espíritu luchador, y si realmente vale lo que se pide por él, lo provocan con una varilla hasta que este se enfurece y muestra sus dotes de guerrero. 




El mercado merece una visita, pero ojo: la temporada de grillos es bastante reducida. Si visitáis el lugar fuera del verano o el comienzo del otoño, lo más probable es que no encontréis muchos de estos bichillos. Sin embargo, en el mercado también tiene otros encantos: pájaros, conejos, tortugas, ardillas, plantas… De hecho, el verdadero nombre del lugar es "Mercado de flores, pájaros e insectos", por lo que los grillos no son las únicas criaturas que podréis encontrar allí. Además, charlar con los dueños de todas estas mascotas siempre es un placer y si sois curiosos podréis enteraros de cómo las consiguen, de cómo los alimentan o de por qué se dedican a criar esos animales en concreto.

En definitiva: si pasáis por Shanghai y buscáis una experiencia (o una mascota) diferente, así como conocer un pedazo más de la cultura del país, no dejéis de adentraros en este lugar tan peculiar. 

La simpatiquísima vendedora de pájaros, que me contó todos los secretos de sus pequeños amigos.
Si te has quedado con ganas de más, aquí tienes un vídeo de la visita. ¡No te pierdas el sonido de los grillos!

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