Hace poco escribí un articulo hablando
sobre los parques en China y en él os
explicaba por qué estos son uno de mis lugares favoritos del país. Hoy voy a
hablaros sobre otro de los lugares que más me apasionan. Me refiero nada más y
nada menos que a los mercados.
Mañana en un mercado a las afueras de Hanzhou. |
Ir al mercado era mi
actividad predilecta durante los fines de semana. Nada tienen que ver estos
rincones con nuestros supermercados, hipermercados o tiendas de
ultramarinos donde todo está limpio, reluciente y bien empaquetado; ni siquiera
tienen que ver con esos pocos mercados que perviven en nuestras ciudades donde
aún pueden encontrarse productos (casi) recién sacados de la huerta. Los
mercados chinos son lugares caóticos y ruidosos, con pasillos estrechos entre
puesto y puesto, generalmente oscuros y, desde luego, poco limpios. Pero
precisamente todo eso es lo que contribuye a crear un ambiente muy especial,
diferente, que hace que uno se pierda entre los puestos, cámara en mano,
queriendo apuntar el objetivo a todas partes a la vez.
No hay nada como ir una
mañana a uno de esos mercados chinos de barrio a los que multitud de señoras
(sí, mayoritariamente señoras) acuden a hacer la compra cada día.
Puestos de verduras,
carnes, especias, tés, huevos de todos los colores, conservas, pescado,
seres no identificados, frutas... Por no hablar de esos mercados que se
extienden por varias calles, donde uno pasa de los alimentos a las flores,
y de estas a los animales de compañía o a los puestos de ropa.
En estos mercados las
verduras y hortalizas sí que están recién salidas de la huerta y los peces
recién sacados del río. Algunos aún vivitos y coleando esperan su inevitable
destino en grandes cubos y barreños con agua. Los vendedores se sientan tras
sus puestos desde bien temprano, cortando las piezas de carne, limpiando el
pescado o troceando las judías. Es a estas horas cuando se puede encontrar un
ambiente más relajado y distendido. La mujer del puesto de verduras charlando
con el pescadero, el carnicero bromeando con el vendedor de especias, los hijos
del frutero correteando por los alrededores del mercado...
A medida que avanza el
día, la zona empieza a cargarse de gente. Los comerciantes, con voz chillona e
ininteligible, lanzan sus ofertas del día al aire; los compradores regatean con
empeño para ahorrar cuantos más yuanes mejor y las voces de unos y de otros se
entremezclan en la atmósfera dando lugar a un alboroto uniforme, una miscelánea
de ruidos más agradable que molesta.
Eso sí, si alguno de
nuestros exigentes inspectores sanitarios pasara por estos lugares, saldría
escandalizado hasta el extremo. Allí las moscas revolotean a sus anchas por el
lugar, se posan sobre los muslos de pollo o las vísceras de cerdo, y las
cucarachas deambulan por los alrededores sin que nadie parezca prestarles
atención. Los alimentos quedan al alcance de todos, la gente los coge, los
toca, los palpa, los huele, revuelve sus manos entre ellos en busca de la mejor
pieza, y no tienen ningún reparo en sonarse la nariz y comprobar unos segundos
después (con la misma mano) cómo de tierna está la carne esa mañana.
Las preocupaciones
higiénicas son sin lugar a dudas muy distintas a las nuestras y, sin embargo,
familias enteras sacian el hambre con esos alimentos y viven para contarlo. Yo
misma compraba fruta en el mercado del barrio, ¡y qué fresca y dulce estaba! Ya
no se encuentran mandarinas así en mi ciudad española, ni pomelos tan jugosos
como los que conseguía allí por unos pocos yuanes.
Mercado en Suzhou. |
Mercado en Guilin. |
Pescadera en un mercado de Hangzhou. |
Pero lo importante de estos lugares es que allí
no todo gira en torno al negocio y la compraventa. También hay tiempo y espacio
para siestas, comidas, para sonrisas y risas, conversaciones y cotilleos.
Seguramente sea todo esto lo que hace que entrar en un bullicioso y desordenado
mercado chino te haga sentir tan cómodo. Como dijo Jessica Huang (de Fresh Off the Boat) mientras
recorría los temibles pasillos luminosos y amplios de un hipermercado
occidental...
"Echo de menos el mercado taiwanés en DC. Me hacen sentir tan tranquila..." |
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