El retorno de los muertos en China

Nos acercamos a ese festival llamado Halloween que ya va camino de convertirse en tradición en muchos lugares del mundo. Lo cierto es que si volvemos la vista atrás, veremos cómo la historia occidental está llena de tradiciones relacionadas con el retorno de los muertos y diversos festivales en los que se homenajea a los seres queridos que ya no están entre nosotros. Por lo que he oído, todo comenzó con los celtas, y de ellos la festividad pasó a otras culturas que la transformaron a su antojo. Al parecer, una miscelánea de todas ellas es el origen de las calabazas huecas, los disfraces y los "truco o trato" que desde hace ya unos años se extienden por el mundo durante estas fechas.

China no es una excepción en cuanto a las tradiciones relacionadas con los muertos. No obstante, como en el resto de Oriente, la cosa funciona un poco diferente a lo que estamos acostumbrados por aquí. Hoy en día, las grandes ciudades del gigante asiático están ya contagiadas por la influencia norteamericana y tanto niños como jóvenes participan en fiestas y actividades de Halloween. Sin embargo, la importancia del culto a los ancestros, tan arraigado en esta cultura, hace que China cuente con sus propias tradiciones relacionadas con el más allá que, por supuesto, siguen vigentes hoy en día.

Carteles de fiestas de Halloween de los últimos años en discotecas chinas.

Tal vez, la más "terrorífica" de estas tradiciones sea el Festival Zhongyuan (nombre taoísta) o Festival Yulan (nombre budista). Suele traducirse como "Fiesta de los Fantasmas Hambrientos". Al oír este nombre es inevitable soltar una sonrisilla, por eso hay muchos que prefieren dejarlo en "Festival de los Espíritus" que, admitámoslo, suena mucho más solemne. Según el calendario chino, se celebra la decimoquinta noche del séptimo mes lunar; traducido a nuestro calendario: este año se celebrará el 15 de agosto.

Se dice que este día las puertas del inframundo se abren de par en par y quienes un día tuvieron que cruzarlas pueden regresar por unas horas. El sobrenombre que reciben estos espíritus hambrientos, no se refiere precisamente a que vuelvan en busca de algo con que llenar el estómago... Al parecer, quienes regresan son aquellos que en su día fallecieron dejando asuntos pendientes, que no murieron de forma natural o que no fueron honrados por sus familiares tras su fallecimiento. Eso nos hace pensar que el sobrenombre de "hambrientos" hace más bien referencia a lo que nosotros llamaríamos "sed de venganza".

Es por esto que los vivos intentan apaciguar el posible enfado de sus antepasados y se preparan para darles el recibimiento que merecen: los agasajan con ofrendas, banquetes, oraciones y olor a incienso. Además, colocan fotos antiguas en las casas y muchos extienden platos sobre la mesa, dejando las sillas vacías para que los espíritus puedan sentarse.

Fragmento de una pintura japonesa (s. XII) en la que los muertos visitan a los vivos. El Festival Zhongyuan forma parte de la cultura de muchos países asiáticos.

Muchos chinos son extremadamente supersticiosos. Por este motivo, durante los días cercanos al festival, la gente toma ciertas precauciones ya que se cree que la mala suerte anda cerca. En algunos lugares, las personas no suelen caminar solas por las calles durante la noches para no ser poseída por los malos espíritus. En otras partes, las ropas y objetos de color rojo se esconden, o la gente se aleja de las paredes ya que se piensa que los fantasmas se esconden en ellas. Además, no son buenos días para realizar tareas importantes, por lo que si se tiene algún proyecto entre manos será mejor dejarlo para más tarde o, al menos, dedicarse a ello durante las horas de luz.

Algunos también tienen en cuenta a aquellos hambrientos que ya no tienen a nadie en el mundo de los vivos y colocan ofrendas para ellos en las calles, intentando que no se cuelen en sus casas.

Los familiares preparan faroles con forma de flor de loto y el nombre de sus ancestros. Por la noche, los lanzan a los ríos para que, siguiendo la luz, los espíritus puedan encontrar el camino de vuelta al inframundo.

Por supuesto, en los templos los monjes cuidan también de los espíritus durante este festival, rinden culto a los ancestros y realizan diferentes ritos para calmar a las almas errantes más inquietas.

De la mano del Festival Zhongyuan, está el Festival Qingming, algo más parecido a nuestro Día de Todos los Santos. Se celebra antes, el primer día del quinto periodo solar del calendario chino (este año, el 5 de abril según nuestro calendario). El festival se conoce en occidente como el Festival de la Claridad Pura o Día de la Limpieza de Tumbas. Este último nombre nos da una idea bastante precisa de en qué consiste la tradición. Por otro lado, el primero, que nos resulta tan altisonante, hace referencia a la llegada de la primavera, ya que es también en esta época cuando los días empiezan a ser más largos y hay más horas de luz y claridad.

Esta vez no van a ser los muertos los que visiten a los vivos, sino que serán estos últimos quienes vayan a los cementerios para hacer una visita a sus familiares fallecidos. Allí limpian las tumbas de sus ancestros, cortan las malas hierbas que crecen en los alrededores de estas y hacen ofrendas.

La comida junto a las tumbas no falta, por supuesto. Sin embargo, lo más llamativo es la tradición de quemar "dinero fantasma". Se cree que al quemar objetos, estos desaparecen del mundo de los vivos y se trasladan al de los muertos, donde pueden ser utilizados por aquellos que están allí. Quemar dinero falso es una forma de asegurar que los fallecidos no tengan ningún tipo de necesidad allá donde estén.

Esta costumbre ha dado lugar a la venta de multitud de objetos hechos de papel que muchos compran para contentar a sus antepasados enviándoles todo tipo de caprichos mundanos. Mantener a los muertos felices es una forma de honrarles y de asegurar que no volverán más adelante (tal vez en el Festival Zhongyuan) para crear problemas.

Lo que queda claro después de conocer el tema un poco más a fondo es que, tanto en Oriente como en Occidente, nos acordamos de aquellos que ya no están con nosotros y nos gustaría poder reencontrarnos con ellos. Por mucho miedo que dé.